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miércoles, 22 de febrero de 2017

LA IMPORTANCIA DEL BUEN ESCRIBIR
Por: Moisés Esteban Ríos*

“Aprender lengua significa aprender a usarla, a comunicarse, o si ya se domina algo, aprender a comunicarse mejor y en situaciones más complejas”  (Daniel Cassany)


Según (Jaramillo Agudelo, Darío. 1997), para escribir hay que leer mucho. Un escritor es bueno cuando sabe ver más allá de la realidad y de lo que se ve y ofrece a los demás eso que ve para ayudarles a ver.

El principal peligro: Escribir mucho y no decir nada. Escribir es un acto diferente a hablar. Incluso si uno escribiera como hablara serían muchísimas las páginas que se tendrían que desechar. Así,  el lenguaje escrito es muy diferente al lenguaje oral, ya que el primero, exige una planeación y organización previa, cuidadosa, es más conservador en el empleo de palabras y expresiones, utiliza un lenguaje selecto y requiere de un estilo pulido y cuidadoso. Escribir, desde luego exige responsabilidad. La escritura requiere cierta actitud sagrada, como orar, u oír las palabras de la persona que se ama. Es por ello que al realizar esta actividad, hay que ser concretos; esto es, precisos, específicos, explícitos, determinados. Pero, este arte no se aprende de un día para otro; es necesario, practicar todos los días. Para comenzar, lo más importante es superar el miedo y el temor a ser censurado y poner manos a la obra.

También cabe recordar  que escribir es un acto social y un proceso de enseñanza-aprendizaje. No se escribe para uno; se escribe para todos. Desde el primer momento cuando decidimos escribir, los procesos cognitivos de composición se activan y empiezan a trabajar. La memoria a largo plazo, que es el almacén cerebral donde guardamos todos los conocimientos lingüísticos y culturales, nos proporciona información variada para poder generar y construir un texto adecuado al contexto y a la situación particular de comunicación.

El proceso de redacción. Como se manifestó anteriormente, para comenzar lo más importante es tener el deseo y la motivación, perder el miedo y decidirse,  ya que la práctica constante mejora el proceso. Cada escritor tiene su estilo propio, pero es importante tratar de hacerlo bien desde el comienzo.

Aunque existen diferentes modelos de redacción y composición, el más difundido y aplicado en la enseñanza es el de Flower y Hayes (1989), que nos dice que el acto de escribir se compone de tres procesos básicos: generar ideas y hacer planes, redactar, revisar y finalmente controlar todo el proceso1.

El proceso de generar ideas y hacer planes es la puerta de entrada de las informaciones de la memoria; solemos activarlo repetidas veces durante la composición, en distintos momentos y con varios propósitos (por ejemplo, buscar otro argumento más para el texto, seleccionar un sinónimo, etc.); normalmente trabaja de manera rápida, ágil y breve. Teniendo esta fase inicial se procede a organizar y clasificar los datos y la información que emerge de la memoria para formular objetivos y establecer propósitos e intenciones comunicativas en la composición. El autor puede interrogarse sobre ¿qué decir?, ¿qué se sabe del tema?, ¿cómo se quiere presentar el tema? ¿cómo  quiere presentarse el autor? ¿quién  leerá su escrito?, ¿cómo es el lector? ¿qué se desea conseguir o cuál es la intención?, etc. Todas las respuestas y las ideas que surjan de este proceso pueden servir para realizar un bosquejo del tipo de texto o escrito que quiere elaborar.

El proceso de redactar se encarga de  transformar este proyecto de texto, que hasta ahora sólo era un esquema semántico o una representación jerárquica de ideas y objetivos en un discurso verbal, lineal e inteligible, que respete las normas del sistema lingüístico, las propiedades del texto, su estructura y las convenciones socioculturales establecidas según la situación y el contexto. Aquí la recomendación es organizar ideas con temas y subtemas, seleccionar un lenguaje compartido, ir escribiendo y revisando, utilizar frases cortas pero con sentido completo.

En los procesos de revisión, el autor compara el escrito realizado con los objetivos planificados previamente y lo retoca para mejorar el escrito. Este proceso se realiza leyendo y repasando el texto y rehaciendo o modificando lo que sea necesario. Estos cambios afectan sobre todo el contenido del texto y al significado.
Finalmente, el control es un marco de dirección que regula el funcionamiento y la elaboración de todo el proceso  de la composición escrita.

Perfil de un buen escritor. Reunir un perfil de escritor requiere unas características mínimas que podrían ser:

§  Leer. Los escritores competentes son buenos lectores o lo han sido en algún período importante de su vida. La lectura es el medio principal de adquisición del código escrito.
§  Tomar conciencia de la audiencia (lectores). Los escritores competentes, mientras escriben, dedican más tiempo a pensar en lo que quieren decir, en cómo lo dirán, en lo que el receptor ya sabe, etc.
§  Planificar el texto. Los escritores tienen un esquema mental del texto que van a escribir, se formulan una imagen de lo que quieren escribir, y también de cómo van a trabajar el texto. Se marcan objetivos.
§  Releer los fragmentos escritos. A medida que redacta, el escritor relee los fragmentos que ya ha escrito para comprobar si realmente se ajustan a lo que quiere decir y también para enlazarlos con lo que desea escribir a continuación.
§  Revisar el texto. Mientras escribe y relee el texto, el autor lo revisa e introduce modificaciones y mejoras. En ocasiones debe modificar el primer esquema o plan del texto a medida que surgen nuevas ideas que se incorporan al escrito. Es decir el proceso debe ser cíclico y flexible.
§  Emplear estrategias de apoyo. Durante la composición, el escritor también utiliza estrategias de apoyo para solucionar algunas contingencias que se le puedan presentar. Suele consultar gramáticas o diccionarios para extraer alguna información que no tiene y que necesita.

Recomendaciones para elaborar un buen escrito y aprender a ser concreto al redactar. En el año de 1996, el Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia le solicitó al escritor Darío Jaramillo Agudelo que les diera algunos consejos a los principiantes para ayudarles a adquirir el gusto y la destreza para redactar los trabajos académicos y éstos fueron algunos de sus apartes:2

En nuestro tiempo, la calidad del lenguaje escrito se mide por la claridad. El adorno, que antes era estimado puede estorbar, el circunloquio es defecto. Escribir claro no es fácil. Como dice Juan Cocteau: “que con lo fácil que parece, no se note el trabajo que nos costó”. Por ello, lo primero que se requiere es tener la idea clara. Para que ésta llegue sin estorbos, sin equívocos, ordenadamente, al lector. Que el empaque no se note. El propósito del texto es que sea diáfano. A veces también cometemos el error de afirmar:

- Yo no sé escribir. (tiene razón)
- No tengo facilidad para escribir. (cierto)
- Me cuesta mucho escribir. (ciertísimo).

Aquí lo importante es subrayar que tener una dificultad para cualquier actividad no la hace imposible. Al principio cuesta más, como cuando se inicia cualquier entrenamiento, pero gradualmente se adquiere práctica y se vence el temor reverencial a la palabra escrita.

Por esto, su primera preocupación al escribir consiste en vaciar su idea. En esta primera etapa, no se preocupe de la forma, ni el orden. No trate de resolver más de un problema a la vez porque se le arma un lío. Cuando ya haya expresado su “que” ahora si comienza el verdadero proceso de escritura. Escribir es corregir. Lo más impresionante y abrumador de la escritura es que todo texto es, siempre susceptible de mejorar. Es necesario corregir el conjunto, cada párrafo, cada frase, cada palabra. Que el texto tenga un desarrollo coherente, un principio y un final, que el lector no tenga que dar curvas y mucho menos devolverse en la lectura. Que tenga las propiedades de un buen texto que son la adecuación (el conocimiento y el dominio de la diversidad lingüística),  la coherencia (el dominio del procesamiento de la información en cuanto al orden, grado de precisión, estructura) y la cohesión (formas de relación entre proposiciones y secuencia de proposiciones del texto, esto se logra con conjunciones, artículos, pronombres, sinónimos, entonación, etc.).

Si el objetivo del texto es una narración, lo que más ayuda es el orden cronológico. Si es una descripción, se aconseja ir del conjunto al detalle. Si es conceptual, igualmente, desarrollar desde la idea principal a las secundarias. Después de la corrección global, es importante revisar cada párrafo: las repeticiones de palabras, la conjugación de los verbos en el mismo tiempo, la puntuación y la ortografía. Después frase a frase. Que sea coherente, que esté bien ordenada (sujeto-verbo-complemento).

La ortografía se tiene o no se tiene. Cuando no se tiene es muy importante revisarla y corregirla, pues un error de ortografía hace dudar de lo que estamos diciendo. Quien no tiene buena ortografía pierde credibilidad.

Para terminar, quiero también incluir otros consejos prácticos que usted puede  tener en cuenta al momento de escribir:

§  Redacte varios borradores antes de pasar el texto definitivo. El 90 % de los textos que no se revisan tienen  problemas de redacción y escritura.
§  No se escribe para uno mismo. La idea es ser entendido por los otros. Pide opinión antes de entregar los trabajos o publicarlos.
§  No sacrifiques la información en aras de ser sintético.
§  Organice mentalmente la información que vas a transmitir. Jerarquizarla de mayor a menor importancia.
§  No te pierdas por las “ramas”. No prolongues ideas que no son necesarias.
§  No abuses de coloquialismos o frases hechas. Escribe en lenguaje neutral que pueda ser comprendido por todas las personas.
§  Intente que desde el comienzo del escrito se mantenga al lector entretenido, como en el siguiente caso: “El día en que Beatriz Viterbo murió noté que había desaparecido un aviso de cigarrillos rubios en la plaza de mayo. El hecho me dolió pues comprendí entonces que ya el mundo comenzaba a cambiar apartándome del recuerdo de mi amada. Cambiará el universo más no yo, me dije en ingenua vanidad”. (El Aleph).
§  Evite el uso del gerundio o la voz pasiva ya que promueven el letargo. En vez de decir “Santiago fue fundada por Pedro de Valdivia”, es mejor decir: “Pedro de Valdivia fundó Santiago”. (voz activa).
§  Evite la frase larga o Cervantina ya que su manejo apropiado es difícil. Si no es capaz, pruebe con frases cortas y concisas. Ayuda a que el escrito sea ágil y dinámico.
§  Sea auténtico y sepa de lo que está hablando. Esto es muy importante y significa no hacer hablar a un obrero con voz de Shakespeare o referirse a temas que ignora. Emplee su honesta experiencia o infórmese.
§  Lea en voz alta su escrito. Ayuda a encontrar cacofonías y faltas de ritmo.
§  Un conocido refrán dice: “Si quieres escribir sobre el mundo, escribe sobre tu pueblo”. Sea modesto y autocrítico siempre.
§  Por último, escriba por placer y necesidad. Si uno se obliga a escribir cuando uno en realidad no tiene ganas, las cosas suelen salir mal y se es infeliz. En cuanto a la necesidad; detrás de una buena obra siempre existe una problemática y la necesidad de dar una opinión, expresar una idea, o descargar demonios personales. ¿Sirve de algo escribir si no lo está sintiendo realmente?, ¿sirve de algo escribir sólo para hacer una obra superficial y hueca?. En el escrito tiene que haber parte de uno mismo, aun cuando se creen personajes completamente originales y distintos del escritor.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.    PARRA, Marina. Cómo se produce un texto escrito. Teoría y práctica.  Cooperativa editorial del magisterio. Bogotá, Colombia. Año 1999.

2.    JARAMILLO AGUDELO, Darío. Carta con cartilla (Acerca del buen escribir). Leer y releer No. 14. Departamento de bibliotecas. Universidad de Antioquia. Abril de 1997.


*Moisés Esteban Ríos
Administrador de empresas
Licenciado en español y comunicación
Especialista en docencia universitaria.




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